
La tarea del hogar que más evito realizar es sacudir el polvo. Para mí, es uno de los oficios más desagradecidos del mundo: no importa con qué instrumento lo hagas, en cuestión de minutos, o quizá horas, el polvo vuelve a aparecer. Pero, ¿de dónde sale tanto polvo? Y, ¿cómo es posible que, incluso con puertas y ventanas cerradas, siga acumulándose en nuestra casa?
En promedio, una vivienda genera hasta 40 libras de polvo al año. Sorprendente, ¿verdad? La mayor parte de este polvo proviene de nuestra propia piel. La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, representando alrededor del 16% de nuestro peso corporal. No solo cumple la función de proteger los órganos internos y evitar la entrada de bacterias patógenas gracias a su pH ligeramente ácido, sino que también “decora” nuestra casa con células muertas que, a simple vista, identificamos como polvo.
¿Qué hay realmente en el polvo?
¿Es solo una mezcla de células muertas, partículas de tierra y polen que viajan por el aire? No exactamente. Dentro del polvo también podemos encontrar bacterias que provienen de nuestra piel. Sí, nuestra piel alberga bacterias. Algunas son comensales (inofensivas o beneficiosas) y otras pueden ser patógenas. Sin embargo, gracias a la protección de la piel y su pH ácido, estas bacterias no pueden penetrar y causarnos daño, a menos que haya una herida.
Entre las bacterias que se han encontrado en muestras de polvo destacan Staphylococcus y Streptococcus, comunes en la superficie de nuestra piel y el suelo. Aunque en su lugar natural suelen ser inofensivas, pueden ser extremadamente peligrosas si logran ingresar a nuestro organismo.
Consejos para combatir el polvo en casa
¡La próxima vez que mires el polvo en la repisa, piensa que podría ser una “ensalada microscópica” de todo lo que te rodea! Como mamá científica, mantener el polvo bajo control no solo es una cuestión de estética, sino también de salud. Aquí te comparto trucos respaldados por la ciencia para decirle adiós al polvo en tu hogar:
- Usa las herramientas adecuadas
- Trapos de microfibra: Atrapan el polvo sin dispersarlo. Evita los trapos secos comunes, que solo mueven el polvo.
- Aspiradora con filtro HEPA: Ideal para capturar partículas finas y alérgenos.
- Plumeros electrostáticos: Eficaces para superficies delicadas o difíciles de alcanzar, como persianas o lámparas.
- Mopas con spray o húmedas: Perfectas para pisos de madera, cerámica o laminados.
- Limpia de arriba hacia abajo
- Comienza por las partes altas (estanterías, cuadros, ventiladores de techo) y termina en el piso. Así evitas que el polvo vuelva a caer en áreas ya limpias.
- Limpieza diaria en áreas clave
- Superficies planas: Limpia mesas, escritorios y muebles frecuentemente.
- Electrodomésticos y pantallas: Usa productos específicos para evitar rayones y reducir la acumulación de polvo.
- Zonas de alto tráfico: Como salas y dormitorios, especialmente si tienes alfombras o tapizados.
- Lava telas y textiles
- Lava regularmente cortinas, mantas, fundas de almohadas y ropa de cama. Son imanes para el polvo.
- Aspira o sacude cojines y alfombras.
- Si tienes mascotas, utiliza rodillos adhesivos o guantes de goma para eliminar su pelo.
- Reduce los acumuladores de polvo
- Evita objetos innecesarios: Como adornos, revistas viejas o libros apilados.
- Guarda en cajas cerradas: Usa recipientes plásticos o de tela con cierre para almacenar objetos.
- Controla la calidad del aire
- Purificadores de aire: Ayudan a reducir las partículas en suspensión.
- Ventila correctamente: Abre ventanas por las mañanas, pero evita hacerlo en días de viento.
- Humidificadores: Mantén la humedad entre 40-60%, ya que niveles más altos pueden favorecer la proliferación de ácaros.
- Limpieza profunda regular
- Aspira debajo de los muebles y detrás de electrodomésticos al menos una vez al mes.
- Desempolva techos y esquinas, donde suelen acumularse telarañas.
- Mantén hábitos preventivos
- Cambia los filtros del aire acondicionado y calefacción regularmente.
- Deja los zapatos en la entrada para evitar llevar tierra y polvo a otras áreas.
- Peina y cepilla a las mascotas fuera de casa.
Con estos consejos, puedes convertir tu hogar en un refugio libre de polvo. No solo se verá más limpio, sino que también estarás cuidando la salud de tu familia. ¿Qué esperas para poner manos a la obra?
Referencias
- Martin Täubel, Helena Rintala, Miia Pitkäranta, Lars Paulin, Sirpa Laitinen, Juha Pekkanen, Anne Hyvärinen, Aino Nevalainen. The occupant as a source of house dust bacteria. Journal of Allergy and Clinical Immunology, 124, 4. https://doi.org/10.1016/j.jaci.2009.07.045.
- Jarma, D., Maestre, J. P., Sanchez, J., Brodfuehrer, S., Katz, L. E., Horner, S., & Kinney, K. A. (2024). Participant-collected household dust for assessing microorganisms and semi-volatile organic compounds in urban homes. The Science of the Total Environment, 908, 168230. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2023.168230.