
Algo que siempre me ha fascinado es la memoria olfativa. Es curioso: si pienso en una taza de café, no puedo evocar su singular aroma, pero basta con que las primeras gotas de lluvia caigan sobre la tierra para que ese inconfundible olor me transporte a mi infancia. Me veo jugando bajo la lluvia, sin miedo a enfermar, dejando que las gotas acaricien mi rostro.
Pero, ¿qué es exactamente ese aroma? ¿Por qué lo reconocemos tan claramente? ¿Acaso los animales también lo perciben?
El olor a lluvia, o a tierra mojada, tiene un nombre: geosmina. Esta sustancia es producida por microorganismos presentes en el suelo, especialmente por la bacteria Streptomyces coelicolor. Estos microorganismos generan esporas que les permiten sobrevivir largos periodos de sequía. Cuando las primeras gotas de lluvia activan su metabolismo, las bacterias liberan geosmina al ambiente.
¿Entonces, literalmente estamos aspirando moléculas de geosmina? ¡Exactamente! Para que nuestro cerebro identifique este inconfundible olor, es necesario que pequeñas cantidades de geosmina viajen a través de nuestras vías respiratorias y nos “avisen” de su presencia en el aire. Es tan fascinante como descubrir que, al disfrutar del delicioso aroma del pan recién horneado, también estamos respirando diminutas partículas responsables de ese olor.
¿Y para qué sirve este olor? No solo los humanos podemos detectarlo; también una amplia variedad de animales, como camellos y lombrices, son sensibles a él. Para ellos, este aroma indica la presencia de agua y alimentos. Al sentirlo, se acercan al lugar, ayudando a las bacterias a dispersar sus esporas y colonizar nuevos ambientes. Además, la geosmina actúa como un repelente para los depredadores de bacterias, protegiéndolas.
La geosmina, sin embargo, tiene más funciones de las que podríamos imaginar:
- Indicador de agua para animales: Además de los camellos y lombrices, otros animales como ciertos insectos también detectan la geosmina, lo que les ayuda a localizar fuentes de agua en ambientes secos.
- Repelente natural: Como mencioné antes, actúa como un repelente para los depredadores microbianos, protegiendo a las bacterias y asegurando su supervivencia.
- Contribución a ecosistemas acuáticos: En ambientes acuáticos, la geosmina es producida por cianobacterias y actinobacterias. Aunque puede causar sabores y olores desagradables en el agua potable, juega un papel crucial en las interacciones químicas dentro del ecosistema.
- Aroma en alimentos y bebidas: La geosmina se utiliza en la industria alimentaria para dar un toque terroso a ciertos alimentos y bebidas, como vinos, trufas y remolachas.
- Aplicaciones médicas: Investigaciones recientes sugieren que la geosmina podría tener aplicaciones en el desarrollo de compuestos antimicrobianos debido a su origen bacteriano.
- Rastro químico en la naturaleza: Es una señal química importante que regula comportamientos en especies que dependen de ella para orientarse o sobrevivir.
Quizás por eso no es raro encontrar personas a las que no les gusta el olor a tierra mojada. ¿Será que tienen algo en común con los depredadores de microorganismos?
Pero la historia no termina aquí. Aunque asociemos la geosmina con el suelo, también se ha encontrado en el agua que transportan las nubes. Esto significa que puede viajar a lugares remotos e inhóspitos, como glaciares, desiertos y océanos. En un estudio realizado en España, se descubrió la presencia de Streptomyces en el granizo y el agua de lluvia, demostrando que estas bacterias son grandes viajeras. ¡Viajan más que muchos de nosotros!
Sin embargo, no todo es color de rosa. Así como Streptomyces y otros microorganismos no patógenos se encuentran en el suelo y, al llover, producen este fascinante y controversial olor, también existen microorganismos patógenos en forma de esporas que esperan ser liberados por las primeras gotas de lluvia. Estos patógenos no buscan ser transportados a nuevos lugares, sino que nos utilizan como sus hospederos finales, causándonos enfermedades.
Entre los patógenos más comunes en el suelo se encuentran bacterias como Bacillus anthracis, responsable del ántrax, y Clostridium tetani, que causa el tétanos. También podemos encontrar hongos como Coccidioides, asociado a la fiebre del valle, y parásitos como Ascaris, cuyos huevos pueden permanecer latentes en el suelo. Aunque estos microorganismos representan una pequeña fracción de los habitantes del suelo, su impacto en la salud puede ser significativo si no se toman las precauciones adecuadas.
Afortunadamente, el riesgo de contraer enfermedades simplemente por mojarse con la lluvia es extremadamente bajo. Nuestros cuerpos están equipados con sistemas de defensa natural que nos protegen de la mayoría de los microorganismos presentes en el entorno. Así que la próxima vez que llueva, puedes disfrutar de ese delicioso aroma a tierra mojada con tranquilidad y, tal vez, dejar que algunas gotas acaricien tu rostro como en los viejos tiempos.
REFERENCIAS
Zaroubi, L., Ozugergin, I., Mastronardi, K., Imfeld, A., Law, C., Gélinas, Y., Piekny, A., & Findlay, B. L. (2022). The Ubiquitous Soil Terpene Geosmin Acts as a Warning Chemical. Applied and Environmental Microbiology, 88(7), e0009322. https://doi.org/10.1128/aem.00093-22
Sarmiento-Vizcaíno, A., Espadas, J., Martín, J., Braña, A. F., Reyes, F., García, L. A., & Blanco, G. (2018). Atmospheric Precipitations, Hailstone and Rainwater, as a Novel Source of Streptomyces Producing Bioactive Natural Products. Frontiers in Microbiology, 9, 773. https://doi.org/10.3389/fmicb.2018.00773