
Cuando pensamos en grandes descubrimientos de la microbiología, los nombres que suelen aparecer son los de Pasteur, Koch o Lister. Pero detrás de muchos de estos avances hay mentes brillantes que quedaron en las sombras, como la de Fanny Hesse, una mujer cuyo aporte cambió para siempre la forma en que estudiamos las bacterias.
De la cocina al laboratorio
Fanny Angelina Eilshemius nació en 1850 en Alemania. Se casó con Walther Hesse, un asistente de Robert Koch, uno de los pioneros de la microbiología. En aquella época, los científicos usaban gelatina para solidificar medios de cultivo bacterianos, pero tenía muchos inconvenientes: se derretía a temperaturas cálidas y algunas bacterias la degradaban, arruinando los experimentos.

Fue Fanny quien sugirió el uso de agar, un extracto de algas marinas que se usaba comúnmente en la cocina para preparar postres. La inspiración vino de su experiencia en casa: en su infancia, había visto a cocineras en su familia usar agar para hacer jaleas que no se derretían con el calor.
Un cambio que revolucionó la microbiología
Su idea fue adoptada por su esposo y posteriormente por Robert Koch, quien lo utilizó en sus investigaciones sobre la tuberculosis. Gracias al agar, los científicos pudieron desarrollar medios de cultivo mucho más estables y eficaces, lo que permitió un avance enorme en la identificación de microorganismos.
A pesar de la importancia de su descubrimiento, Fanny Hesse no recibió reconocimiento en su tiempo. Su nombre no fue incluido en publicaciones científicas ni se le atribuyó oficialmente la idea del agar en microbiología. Sin embargo, su contribución sigue siendo fundamental en los laboratorios de todo el mundo.
📌 Dato curioso: Hoy en día, el agar sigue siendo el medio de cultivo más utilizado en microbiología. Sin el aporte de Fanny, la identificación de bacterias habría sido mucho más complicada. ¡Un verdadero ejemplo de cómo la observación y la curiosidad pueden cambiar la ciencia!